Ilustre Cabildo Superior de Procesiones de Totana


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Origen y presencia en la Semana Santa de Totana

Cofradía del Santísimo Cristo de la Agonía

A principios de la década de 1960, al aliento de renovación que supuso el Concilio Vaticano II e impulsados por la fuerza del testimonio creyente que inspiró a los participantes en el movimiento de los «Cursillos de Cristiandad» promovidos por la Iglesia Católica, un grupo de hombres de Totana se fijó como meta fundar una cofradía pasional en donde, a través de la austeridad, el silencio y el recogimiento, se hiciese presente, por las calles de la ciudad, la pasión de Cristo. En febrero de 1963 remitieron al obispo de la Diócesis, doctor Ramón Sanahuja Marcé, los estatutos de la que había de ser la «Cofradía del Santísimo Cristo de la Agonía». Un mes más tarde fueron aprobados por el prelado, comenzando así su andadura. A través de ellos se organizaba y reglamentaba la que a partir de entonces se conoce como «Procesión del Silencio», inspirada en su homónima de la ciudad de Murcia. El 9 de marzo de ese mismo año se convoca a cabildo general a todos aquellos vecinos de Totana interesados en participar en esta Cofradía. Se procedió entonces a la ratificación por la asamblea de la junta directiva aprobada por el Obispado y que bajo la presidencia del Hermano Mayor, don Jerónimo Martínez Hernández, desempeñó un papel fundamental en la creación de la Cofradía, la adquisición de su patrimonio y en la consecución de un estilo de actuar acorde con el sentir de la Iglesia.

La Cofradía comenzó su andadura en 1963 con un número de cofrades que oscilaba en torno a los cincuenta hermanos, con el deseo, desde los primeros momentos, de incrementar esta cifra hasta los ochenta, aprobando para ello una serie de facilidades en el pago de cuotas y en la adquisición de la túnica. Las dificultades económicas de esos años se encargaron de que la incorporación de cofrades se fuese produciendo de un modo lento pero progresivo, sin llegar a superar el límite de los cien en esa década.

El primer acto público de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Agonía tuvo lugar Martes Santo de 1963, en el templo parroquial de Santiago, con la celebración de la Eucaristía presidida por el hermano mayor honorario y vicario general de la diócesis de Cartagena-Murcia, don Juan de Dios Balibrea. En ella se procedió a la bendición de túnicas e imposición de escapulario.

Cristo de la AgoníaAdmisión de cofrades del Santísimo Cristo de la Agonía. «Procesión del Silencio». Parroquia de Santiago. Totana. Martes Santo de 1964. Preside la celebración el vicario general de la diócesis en presencia del párroco de Santiago y abad de la Cofradía, don Antonio Gómez Pellicer. El nuevo cofrade va acompañado de dos padrinos, miembros de la cofradía.

En la noche de Jueves Santo de 1963, y tras las campanadas que señalaban las diez de la noche, la cofradía comenzó su andadura procesional. En esta ocasión desfiló con un sencillo trono de dos varas prestado por la Parroquia de Santiago y con la imagen del Cristo de la Misericordia que se venera en ese templo parroquial. En el trayecto los hermanos portaban cirios encendidos, acentuando así la sensación de austeridad y penitencia que se generó en la ciudad, al apagarse el alumbrado público. Fue, igualmente, muy significativa la expectación que despertó este primer desfile, en el que unos nazarenos, con túnica negra y cubiertos con capirote morado, irrumpían en la Semana Santa de la ciudad. Pero debió de ser igualmente impresionante la recogida de la procesión en el templo de Santiago, pues siguiendo las directrices que marcaban sus estatutos, los cofrades recibieron de rodillas a la imagen del Crucificado y tras introducirse en el templo se procedió a realizar la oración de «Las Cinco Llagas» a los pies del altar mayor. Aunque esta forma de recibir a la imagen de Cristo tan sólo perduró unos años se sigue manteniendo en la actualidad el sentido de austeridad y recogimiento con que fue concebida, al igual que la costumbre de rezar la oración indicada al concluir la procesión en el templo de Santiago.

Cristo de la AgoníaAquella primera decisión de desfilar en la noche de Jueves Santo, desplazando a la procesión tradicional de ese día, mucho más popular y arraigada, creó una cierta sensación de malestar en la ciudad y el recelo de los vecinos. Al año siguiente, consciente la Cofradía de la dificultad que conllevaba esa intervención, la «Procesión del Silencio» desfiló en la noche de Miércoles Santo, no interrumpiendo de este modo, ninguna de las tradicionales procesiones de Totana, actuación que mantiene hasta el presente.

La inquietud de este primer grupo de cofrades fue intensa y eficaz pues, unos días antes de la Semana Santa de 1964, entraba en la ciudad la imagen del Santísimo Cristo de la Agonía, obra que realizó el escultor murciano don José Lozano Roca. Igualmente se recibieron trono, báculos y estandarte para el desfile procesional.

Unos años más tarde, en mayo de 1968, la Cofradía aprobó la constitución de la Asociación de Damas del Cristo de la Agonía, acordando entonces «invitar a todas las señoras e hijas de los miembros de la Cofradía que colaboren con la fundación de esta nueva Asociación». Este llamamiento fue acogido con gran interés y en la Semana Santa de 1969 acompañaron a la imagen del titular hasta que en 1972 se incorporó la talla de la Santísima Virgen de la Esperanza, momento en el que las damas comenzaron a procesionar con su imagen titular, formando ambas la «Procesión del Silencio».

Esta Cofradía, celosa del mantenimiento de los principios que guiaron su constitución, acoge cada año a los nuevos hermanos cofrades con la recepción en asamblea general previa a la Semana Santa y la imposición de escapulario en la celebración de la Eucaristía de Martes Santo. Los hermanos cofrades quedan obligados al cumplimiento de las normas recogidas en sus estatutos, de los cuales se entrega un ejemplar en este acto.

Semana Santa

En la noche de Miércoles Santo cuando la «Procesión del Silencio» regresa al templo de Santiago, en la plaza de la Constitución se encuentran las imágenes de Cristo y su Madre. Este acto cargado de profundo simbolismo nos sitúa en el silencio austero de la noche ante la mirada de ternura de María y la entrega total de Jesús. Actitudes necesarias para vivir el compromiso cristiano.



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