En torno al año 1953-54, don Pedro López Guerao encargó, a su amigo el escultor totanero don Antonio Ruiz Díaz, una nueva imagen de la Verónica.
Para la realización de esta talla, el autor se inspiró en la iconografía tradicional que la representa vestida al modo de las mujeres de Israel, con turbante o cofia y desplegando ante sí, con las dos manos, un paño en el que se encuentra marcada la efigie de Cristo, coronado de espina y ensangrentado. El buen hacer de don Antonio Ruiz impregnó esta imagen de una profunda calidad humana que se refleja en la dulzura de un rostro, que se debate entre la serenidad de un alma que es capaz de ofrecerse, aún en los momentos de mayor dificultad, y el dolor de sentir el sufrimiento del hermano.
En octubre de 1983 la Hermandad de la Verónica decidió encargar al escultor valenciano don Luis Carlos Román López las imágenes de Jesús con la Cruz a Cuestas camino del Calvario y Simón Cirineo. En ese contexto la Verónica se acercó a enjugar el rostro del Nazareno. Para proceder a estructurar este nuevo paso, la Hermandad trasladó su imagen titular hasta los talleres del escultor en Valencia a fin de conseguir una escena lo más realista posible. Así, Cristo eleva su cuerpo para dirigir una mirada agradecida al gesto humano, sencillo y lleno de humanidad con el que la mujer Verónica se acerca a mitigar su dolor.