El pregón de Semana Santa proclamado por Juan Carrión, una alentadora convocatoria al amor y a la entrega
Cuando la palabra se ha aquilatado en el crisol de la solidaridad, cuando ha fraguado su esencia en el patrocinio a proyectos y realidades que tienen como principal objetivo atender las necesidades de los más frágiles para ofrecerles un soplo de esperanza en las dificultades y anhelos del día a día, renace con un vigor y una valía que merece el mayor de los respetos y consideraciones. Con ese aval su fuerza impregna el alma de regocijo, a la vez que acredita la trayectoria de Juan Carrión Tudela, un caminar que alienta iniciativas, que impulsa con su carisma estructuras de participación y compromiso, de concordia y fraternidad, haciendo presente la dignidad con que Dios bendice a la persona.
Junto a estas expresiones de trascendental responsabilidad social navega la solidez de una vida de cariño y fervor a Totana, de veneración a sus esencias y tradiciones, forjada desde los primeros tramos de la existencia y consolidada en el seno de la familia. Este manantial de fértiles y fecundos valores ha permitido que germine en el espíritu de Juan Carrión Tudela el amor a la grandeza del legado nazareno que constituye a esta ciudad y a sus vecinos.
Así, desde los vínculos de la cooperación y del fervor a esta tierra de esencias mediterráneas que le vio nacer, proclamaba el pasado domingo dos de abril, en el templo parroquial de Santiago, el pregón de Semana Santa. Su mensaje resonó con una singular fortaleza, la del testimonio, pero también fue la suya una mano tendida, invitando a construir senderos de comunicación, de cercanía, de concordancia, de atención a los hermanos que necesitan el bálsamo del sosiego y, todo ello, no solo por una cuestión de altruismo, cuyo mérito es ya de por sí muy considerable, sino por la llamada que Cristo nos hace desde la cruz, emplazándonos a hacer del amor principal bandera del ser cofrade.
Gran parte de la noble actividad nazarena puede perder su sentido si detrás de cada uno de los gestos no brota el júbilo de la Resurrección que, inundando los corazones de esperanza, testimonia que, unidos a Cristo, la vida alcanza una singular razón, convocándonos, afirmaba Juan Carrión a "incorporar proyectos de continuidad, solidez y consistencia con una clara y precisa proyección fraternal".
Sirvan estas reflexiones de reconocimiento, admiración y homenaje a la estela de lealtad que define el quehacer de Juan Carrión como también de acicate para que los nazarenos de Totana seamos capaces de depurar todo aquello que desvirtúa la grandeza con que Dios se acerca al hombre, ofreciéndole, a través del sacrificio de la cruz, "la misericordia y la redención copiosa".
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